La Casa Blanca informó el lunes que el presidente Donald J. Trump, de 79 años, se sometió en octubre a una resonancia magnética (MRI) con fines preventivos, enfocada en su sistema cardiovascular y abdominal. Según el memorando médico, redactado por el doctor presidencial Sean Barbabella, los resultados fueron “perfectamente normales”: no se detectaron estrechamientos arteriales, anomalías cardíacas ni inflamación, las cavidades del corazón conservaron su tamaño adecuado, y las paredes de los vasos y órganos abdominales lucen sanos.
El informe también señala que los órganos principales estaban “muy bien perfundidos”, sin signos de afecciones agudas o crónicas. Este chequeo fue descrito como parte de un “examen físico ejecutivo” —una evaluación exhaustiva recomendada para personas de edad avanzada— y tiene como objetivo detectar posibles problemas antes de que se desarrollen.
La decisión de publicar los resultados responde a las crecientes dudas de miembros del partido opositor y a críticas sobre la transparencia del mandatario, tras episodios recientes que generaron preguntas sobre su salud —incluyendo hinchazón en las piernas y moretones en las manos.
En una rueda de prensa, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró que este tipo de imágenes avanzadas no son inusuales en personas de la edad de Trump y que “confirman que mantiene una salud general excelente”.
Aunque algunos críticos advierten que las resonancias magnéticas “preventivas” no son un estándar médico universal para todos, la Casa Blanca defiende que la medida es prudente para un jefe de Estado con su perfil. Hasta ahora, con esta publicación, Trump y su administración buscan zanjar dudas sobre su estado físico antes de que el tema adquiera más peso mediático.
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